El derecho universal de la población infantil del continente africano a una cálida acogida y cuidados, una educación y formación basada en las virtudes humanas y de solidaridad, una alimentación y atención sanitaria suficientes, respeto a sus personas, a su cultura y a los derechos humanos inherentes a sus personas y todo ello, dentro de un ámbito de justicia, equidad y fraternidad que nos permita, posteriormente, seguir atendiendo las mismas necesidades y problemas en otros lugares del Tercer Mundo, de forma que nuestra solidaria y obligatoria generosidad nos ayude a dignificarnos y ellos las reciban sin sentirse humillados ni disminuidos como hermanos nuestros que son. Esta es nuestra voluntad con la ayuda de Dios.